jueves, 10 de mayo de 2012

3. La brujería y su persecución




3.1. El impacto de la brujería en la Europa Moderna
             La caza de brujas tuvo su mayor expresión en los medios anglosajones. El autor Trevor Roper sostiene que la caza de brujas de los siglos XVI-XVII deber ser considerada en su contexto social e intelectual para entender su fuerza y duración, por eso hace especial hincapié en la mentalidad de las elites sociales. Autores franceses dicen que la caza de brujas en Europa habría que entenderla desde la aculturación de las poblaciones rurales realizada por la elite religiosa, jurídica e intelectual. En Inglaterra, la idea de la brujería nació de un producto de las tensiones internas de las comunidades rurales.
Para acercarnos al fenómeno de la brujería, tenemos que entender el problema, ya que fue un hecho generalizado en todas las naciones europeas. Estas sociedades creyeron en la existencia de estas personas con poderes sobrenaturales, aliadas del diablo. Había una misoginia latente que explotó en ese momento ya que entre el 80-85% de las víctimas fueron mujeres. Había una serie de arquetipos según el género: el cazador de brujas era siempre un hombre y la bruja cazada una mujer. Su mayor número de víctimas las tuvo en el Sacro Imperio Alemán (con unas 50000). La caza de brujas comenzó en el Renacimiento, tuvo su momento álgido con las guerras de religión para empezar a declinar en la segunda mitad del siglo XVII.
La característica de la brujería es el pacto diabólico, una forma de rebeldía ante Dios, que se difunde a través de las universidades por los eclesiásticos. Estallan por las ciudades revueltas y rebeliones que desatan una gran conflictividad social. Cada vez se tenía mas miedo a la demonización de la sociedad, la angustia ante la salvación, la incertidumbre en el más allá,…
3.2. EL mundo de las maléficas
Para definir a la bruja, hay que tener en cuenta dos elementos: uno de carácter empírico, la práctica de la magia negra; y otro de carácter teórico. El pacto diabólico y trato con el demonio. Magia y demonismo eran los requisitos para acusar a alguien de brujería.
Se les acusaba de practicar actividades mágicas como hechizos, sortilegios, conjuros, maleficios o abortos; aunque la mayoría no practicó ninguna de ellas. Los cargos que se le imputaban en los juicios jamás fueron probados.
El estereotipo de la bruja era una mujer fea, vieja, marginada socialmente, con conducta reprobable, desengañada y rencorosa, que lanzaba amenazas y que estaba sola y aislada.
3.3. Buscando brujas desesperadamente
Fue la iglesia medieval con la Inquisición y edictos papales quien alertó a la sociedad sobre la existencia de brujas. Se pedía la colaboración de las autoridades civiles y eclesiásticas. Las autoridades utilizaron la caza de brujas como la válvula de escape de la conflictividad social aunando a la comunidad en la persecución de un enemigo común. Muchos historiadores, por esto, culpan a las elites políticas de haberse servido de la caza para desviar la energía revolucionaria latente.

3.3.1 Acosadores, delatores y cazadores de brujas
Hay que distinguir dos grupos de gente que de manera convencida y voluntaria se presto a colaborar en el acoso a determinadas personas. Pertenecían a todos los grupos sociales: las elites intelectuales aportaron las claves del fenómeno y escribieron manuales para concienciar a la gente y ayudarles a descubrir todo tipo de sospechosos y los miembros del pueblo llano denunciaban a otras personas como medio de desahogar sus odios en forma de venganza privada.
Los clérigos formados en una religiosidad crédula, donde abundaba la superstición y la ignorancia, crearon un ambiente de histeria y fanatismo que fue avivado por juristas del siglo XVI, por luteranos, calvinistas y puritanos de la Reforma y por las nuevas órdenes religiosas de la Contrarreforma.
Los jueces canazalizaron el mensaje demonólogo utilizando el aparato de represión de la justicia en el sentido más riguroso, empleando la tortura en la mayoría de los casos. Estos jueces junto a juristas e inquisidores recorrían las sociedades campesinas y las ciudades buscando brujas, en su búsqueda encizañaban las relaciones de estas comunidades explotando los odios internos, provocando falsas acusaciones.
En el caso de los intelectuales no solo los más tradicionalistas asumieron el discurso demonológico, si no que reputados científicos como R. Boyle, padre de la química moderna, interrogaba a los mineros sobre cómo eran los demonios de interior de las minas o políticos como J. Bodino que manifiesta en una de sus obras creer en brujas y demonios y también en sus maleficios.
También hubo intelectuales como R. Scot que escribió planteando una revisión de la brujería y pidiendo suavidad en el trato hacia los acusados, alegando que eran víctimas de la intolerancia social, en esta misma línea escribieron Mainz Cornelio Loos y Pedro de Valencia entre otros.
Otros, aprovecharon la situación e hicieron de la caza de brujas su oficio; entre ellos hubo algunos famosos que tenían una gran capacidad de convicción sobre las gentes, manipulando el sistema legal para encontrarlas, buscaban marcas del demonio y cuando las encontraban persuadían a los demás para que también lo vieran y si no podían utilizar la tortura con el acusado se las ingeniaban para que de una forma u otra confesase. Entre ellos podemos destacar a M. Hopkins apodado el general busca brujas, que con su ayudante John Stearne aplicaron tortura y perjurio y denunciaron a multitud de brujas lo que en pocos años le proporcionó una gran fortuna.
Los niños fueron utilizados como testigos frecuentemente, se pensaba que serían sinceros y espontáneos a la hora de decir la verdad, pero esto no fue así debido a la crueldad infantil. Un ejemplo de esto es el caso de las brujas de Salem, en el que las acusantes eran niñas de nueve y quince años, años después confesaron que todo había sido un montaje hecho por diversión para evitar el aburrimiento que padecían.
3.3.2 Las perseguidas, denunciadas y cazadas por brujas
Entre un ochenta y un noventa por cien de las personas acusadas de ejercer brujería fueron mujeres. Entre estas mujeres encontramos mendigas, braceras, curanderas, sirvientas, vendedoras de objetos ínfimos, personas marginadas, resentidas, amargadas, pobres, odiadas pro sus vecinos, enfermas, locas, ricas o prostitutas.
3.4  Cronología y geografía de la caza de brujas
Su inicio corresponde a los albores de la modernidad, alcanzando sus mayores cotas durante el Renacimiento y el Barroco, empieza a desaparecer en el siglo de las Luces.
B. Levack propone la siguiente cronología:

  • 1375/1435: aumento de los procesos, pasándose de acusaciones de hechicería a demoníaca; la creencia de las brujas alcanza a los intelectuales, apareciendo gran cantidad de publicaciones sobre demonología y brujería.
  • 1550/1550: se reducen el numero de procesos, se interrumpen las ediciones sobre este tipo de obras gracias a los humanistas, que combatieron la creencia en las brujas, y a la aparición de la Reforma distrajo la atención sobre ellas.
  • 1550/1560/1570: periodo del estallido masivo de la caza, en un ambiente de pánico colectivo provocado por las guerras de religión, agitaciones sociales, sublevaciones políticas… aprobación de leyes sobre brujería en Alemania, Escocia e Inglaterra, reimpresión del Malleus Malleficarum .La Contrarreforma Católica y el calvinismo coinciden con la represión.
  • 1580/1650 periodo de juicios masivos contra las brujas que se traduce en cientos de ejecuciones por todas partes.
1650/1700 remite el fenómeno en todas partes.
Los primeros estudios insistieron en el carácter montañoso de la brujería, Alpes y Pirineos, en el seno de comunidades muy aisladas del exterior, retrasadas y temerosas ante todo lo desconocido. Otros estudios hacen coincidir la persecución con la Europa más densamente poblada, la más dinámica económicamente y la más urbanizada. Realmente la brujería es un fenómeno esencialmente rural y solo de manera tangencial afectó a las comunidades urbanas.
En el Sacro Imperio se registra el mayor número de ejecuciones, se calcula que la mitad de las víctimas acusadas de brujas en Europa eran alemanas, donde los magistrados ejecutaron al cien por cien de las sentenciadas; la persecución fue muy temprana, comenzada a mediados del siglo XV después se agudizó con la implantación de la Reforma y la Contrarreforma. En Lorena también hubo una caza intensa entre 1580 y 1630; en las posesiones de los Austria se dio también un alto porcentaje de cazadas. En Suiza la cantidad de procesos varía de unos cantones a otros. Hungría conoció la caza de brujas, pero de forma moderada. El periodo álgido de las persecuciones fue tardío.
Francia tuvo una intensa caza en la edad media tardía, en el curso de las guerras de religión y durante el siglo XVII tuvo numerosos casos de posesión; la brujería era un fenómeno rural limitado al norte, noreste y sudoeste. La caza de brujas encontró la cooperación del gobierno absolutista y la iglesia contrarreformista. Desde 1600 el parlamento de París con jurisdicción sobre todo el país, frenó los procesos por brujería en contra de los intentos de jueces y cleros locales.
En Inglaterra no hubo demasiadas ejecuciones, la mayor parte se dieron durante el reinado de Isabel I, y durante la primera revolución, cuando el poder central se vino abajo y las tensiones sociales y políticas llegaron a su culminación. Enrique VIII dictaminó que todos los casos de hechicería o brujería fueran juzgados por tribunales comunes o por el Consejo Privado, pero en 1563 la promulgación del Estatuto de Persecución de la Brujería significa el inicio de una altísima represión, en parte también porque las brujas fueron asociadas con los enemigos de la reina, y a ellas se acusaba de todas las conspiraciones, religiosas o políticas; el estado tomo las riendas en el tema y a comienzos del siglo XVII podemos encontrar dos posturas: los grupos populares expresan un tremendo odio contra las brujas mientras la justicia se muestra más cauta y flexible, no dando demasiada credibilidad a los hechos. La llegada de Jacobo Estuardo al trono inglés aceleró el proceso, ya que era un ferviente cazador de brujas, se le responsabiliza de haber introducido las teorías demonológicas que se habían elaborado en el continente en Inglaterra y endureció la legislación. Con Carlos I hay una cierta calma, pero en los años de la revolución y la guerra civil se da de nuevo una feroz caza, a partir de la Revolución Gloriosa podemos decir que se inicia el ocaso de las persecuciones.
En Escocia, Jacobo VI refrendó la caza de brujas y el 80% de las acusadas fueron mujeres pobres y viejas o de mediana edad residentes en zonas rurales.
En Irlanda hubo pocos procesos ya que no se desarrollaron las teorías diabólicas.
En Islandia hubo ciento veinte procesos por brujerías y de ellos únicamente veintidós ejecuciones; lo peculiar es que solo hubo mujeres entre los acusados.
En los países escandinavos el proceso fue más tardío, siendo Dinamarca el país que antes acabó con ella; el estado danés se dotó de un cuerpo legal en 1547 que sólo autorizaba a considerar delaciones de brujería que habían sido realizadas por personas honradas, aunque aceptaba el empleo de tortura, la represión fue instigada por el clero luterano y el 90% de las acusadas fueron mujeres. Noruega solo creía en la hechicería pero la llegada del clero luterano introdujo las ideas sobre el pacto diabólico, dando paso al delito de brujería, el 80% de las acusadas fueron mujeres. Suecia también creyó únicamente en la hechicería hasta la difusión de las teorías demonológicas por el clero luterano, empezando una temprana caza de brujas, para la que se introdujo la tortura en el sistema legal, se dispuso de niños como testigos principales o cazadores de brujas, de manera que aunque hasta 1605 el número de ejecuciones fue pequeño, desde 1660 aumentó muchísimo; las mujeres representa el 90% de las ejecuciones, pero no marginadas o pobres, sino mujeres relevantes en la localidad. En Finlandia se da la particularidad de que el prototipo de brujo era hombre y solo en la segunda mitad del siglo XVII el porcentaje de mujeres se elevo hasta el 65%.
En Polonia no se creyó en el carácter diabólico de las brujas hasta el siglo XVI, fue un fenómeno esencialmente urbano, donde casi todas las acusadas acabaron en la hoguera empleándose masivamente la tortura, hasta tal punto que el propio clero condenaría la ferocidad de las persecuciones.
Rusia no conoció una persecución intensa ya que nunca se aceptaron las teorías demonológicas y siempre fue un delito masculinizado ya que el 70% de las acusaciones recayó sobre hombres.
En España la inquisición consideraba la brujería una forma de superstición y no un trato con el diablo, por lo que se mostro cautelosa en sus sentencias y no tan sangrienta como siempre se ha pensado; el proceso más famoso se dio entre 1609-1614 en el territorio vasco-navarro, los acusados de brujería llegaron a ser 5000, pero muy pocos acabaron en la hoguera.
En Portugal hubo muy pocos casos de brujería, debido al escepticismo de los inquisidores y jueces, y la gran mayoría de los casos fueron tramitados por la autoridad civil.
En Italia solo hubo caza de brujas en las zonas alpinas, subalpinas y en Venecia, así como algunos brotes aislados en Milán y Sicilia. La inquisición romana, muy escéptica, no permitió grandes abusos ni arbitrariedades en este tema. 

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ante todo, y siempre bajo nuestra opinión, debemos decir que se trata del tema más interesante de los que hemos podido disfrutar. Es quizás el tema más ameno y no por eso menos importante de todos los trabajados por compañeros de clase.
      Los resultados plasmados en este blog esconden sin duda lo que debió ser un duro trabajo de investigación entre numerosas fuentes documentales.
      El blog gracias a una expresión fluida se hace fácil de leer, lo cual se agradece, y junto con su buena estructuración y lo atrayente de su diseño, hace que para nosotros sea uno de los blogs mejor elaborados.
      Grupo VI: educacionenlaedadmoderna.blogspot.com.es

      Eliminar